Nuestro cuerpo es una pequeña representación del mundo externo. Se estima que somos el hogar de unos 10.000 tipos diferentes de microorganismos, que cohabitan formando un ecosistema interior. Tenemos una relación íntima y codependiente con ellos, es imposible entendernos a nosotros mismos sin entenderlos a ellos. Sin ellos, nuestra vida es inviable.

Se denomina microbiota al conjunto de estos microorganismos y microbioma a ellos y su material genético. La microbiota está compuesta por bacterias, levaduras, arqueas, hongos, protozoarios, incluso virus (aunque actualmente la palabra nos genere reparos). Hay una creciente cantidad de ciencia intentando descifrar las repercusiones del viroma humano[i] (si, el conjunto de los virus que nos habitan y su material genético).

Tenemos 100 veces más genes provenientes de microorganismos que genes humanos. Esos genes microbianos codifican una serie de proteínas que tienen funciones esenciales para nuestra salud. La ciencia considera a la microbiota un órgano muy especial ya que es el único formado por células no humanas, que cumple funciones en nuestro cuerpo, influencia otros órganos, utiliza recursos para funcionar, tiene un metabolismo propio, pesa igual que el hígado o el cerebro y ¡es inteligente! Aunque la gran mayoría de estos microorganismos anidan en nuestro intestino grueso (microbiota intestinal), también se encuentran en diferentes partes del cuerpo como la piel, la boca, los ojos, otras mucosas, incluso en lugares que históricamente la ciencia creía estériles como el cerebro[ii], la sangre[iii] o el líquido amniótico[iv].

La microbiota intestinal está compuesta por al menos 500 especies de microorganismos, en cantidad, exceden al número de estrellas de la vía láctea. Hipócrates decía que todas las enfermedades comienzan en el intestino, y por cómo está progresando la ciencia en este campo, parece que no estaba equivocado. El sistema digestivo es una superficie de intercambio entre lo que sucede en el mundo exterior y todo lo que sucede en nuestro interior. Es nuestra línea de defensa contra ataques de potenciales patógenos. En el intestino se localizan entre el 70 y el 80% de nuestras células inmunocompetentes y se estima que alrededor del 90% de las enfermedades están relacionadas directa o indirectamente con la salud gastrointestinal y de la microbiota. Al parecer, al cuidar nuestra microbiota nos aseguramos que ella cuide también de nosotros.

Diversidad y equilibrio

La microbiota participa en funciones, como la digestión, producción de determinadas vitaminas, regulación del sistema inmunológico y muchos otros procesos que no podrían llevarse a cabo sin su participación. Su presencia, ausencia o desequilibrio influyen en la aparición y desarrollo de muchos problemas de salud.

La mayoría de nuestros microorganismos son comensales, es decir no son “ni buenos ni malos”. Alrededor del 20% son simbiontes, es decir que tenemos una relación de mutuo beneficio con ellos. Otro porcentaje (se estima que 30%) son patobiontes, es decir que, si bien la evidencia parece mostrar que cumplen funciones importantes para nuestra salud, en condiciones de alteración del ecosistema tienen el potencial de provocar enfermedades[v]. Al parecer, uno de los factores que define el buen desempeño de la microbiota es el equilibrio de su composición[vi].

https://www.nature.com/articles/nri2515

 

Un ejemplo de esto es el Helicobacter Pylori. En condiciones normales, es decir cuando hay equilibrio, no causa ningún daño y su ausencia (por no colonización o por erradicación) está asociada al reflujo gastroesofágico y sus consecuencias, al asma infantil y a desórdenes metabólicos. Sin embargo, en desequilibrio, su proliferación está relacionada al incremento en el riesgo de diferentes tipos de cáncer en el tracto digestivo[vii].

Hay mucho sobre lo que todavía se desconoce del microbioma humano. Estudiarlo es de por sí complicado, además de que son muchos factores los que intervienen en su formación (una combinación infinita de ambientes y condiciones de nacimiento, crianza, diferentes hábitos de vida, exposición a medicamentos, y un largo etc). Es por esto que la ciencia no ha podido definir lo que es una microbiota sana, pero la evidencia sugiere que la diversidad y el equilibrio son claves[viii].

Eje intestino, cerebro, microbiota

Nuestro Sistema Nervioso Central (SNS) tiene un hermano gemelo, el Sistema Nervioso Entérico (SNE), conocido como nuestro segundo cerebro. Más de 100 millones de neuronas se encuentran a lo largo del revestimiento del tracto gastrointestinal y forman el SNE, que se encarga del funcionamiento básico gastrointestinal (motilidad, secreción mucosa, flujo sanguíneo). La comunicación entre ambos se ejerce al parecer a través de diversas vías de comunicación, como la estimulación del nervio vago, el sistema circulatorio (gracias a la producción de neurotransmisores, hormonas o metabolitos como los ácidos grasos de cadena corta) y el sistema inmune que se activa por la microbiota[ix].

El nervio vago (NV) es parte del Sistema Nervioso Parasimpático (SNP) que es el encargado de nuestras respuestas de descanso, relajación y digestión. El NV tiene muchas fibras nerviosas y funciona como una autopista de comunicación entre las señales del intestino al cerebro. Se estima que la información que va del intestino hacia el cerebro es alrededor del 85% del total de la comunicación entre estos dos órganos.  Esta conexión cada vez más estudiada, puede ser la posible explicación a algunos de los más frecuentes trastornos neurológicos de nuestro entorno, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple[x].

El NV participa en muchas funciones como tener sensaciones en la piel, en el oído, controlar la frecuencia cardiaca, procesos digestivos, procesos metabólicos, de absorción de nutrientes.  Es uno de los encargados de la excreción de ácido en el estómago, fundamental en el proceso de digestión y defensa contra patógenos externos[xi]. Alteraciones en la microbiota intestinal y el estrés entre otros factores, generan alteraciones en el NV y por lo tanto, en la vía de comunicación del intestino y el cerebro.

Funciones e impacto en la salud

Son muchos los aspectos que se desconocen sobre el funcionamiento de la micro­biota, sin embargo, está establecido su papel crucial en el sistema inmunológico, metabólico y hormonal, el funcionamiento del cerebro, incluso en nuestro estado de ánimo. De hecho, se han llegado a describir más de 20,000 funciones biológicas distintas de la microbiota en nuestro organismo[xii].  Algunas de estas funciones esenciales comprenden:

Modulación de la respuesta del sistema inmunológico y la respuesta inflamatoria[xiii]. La barrera digestiva nos protege de microorganismos provenientes del exterior. Además, la comunicación entre la microbiota y el cuerpo tiene un rol fundamental en el desarrollo correcto de las funciones de nuestro sistema inmune y el tejido linfático, interacción que modula los mecanismos de memoria del sistema inmunológico.

Producción de “posbióticos”, que son sustancias producidas por nuestros microrganismos y que tienen efectos benéficos para la salud. La microbiota permite digerir componentes que el cuerpo no puede digerir y metabolizar sustancias esenciales para la salud, por ejemplo, vitaminas K y B12, o la producción de butirato a través de la digestión de diferentes tipos de fibra. Este ácido graso de cadena corta es muy beneficioso para nuestra salud, coadyuva por ejemplo en la mejora de nuestro ritmo circadiano[xiv], ayuda a gestionar el estrés, tiene un efecto antiinflamatorio y protector del intestino[xv], ayuda a prevenir el cáncer de colon[xvi] y más.

Protección contra microorganismos patógenos, sustancias carcinógenas, metales tóxicos, químicos nocivos presentes en el ambiente y partículas de polvo y suciedad[xvii].

Regulación del metabolismo[xviii],[xix] aportando en la producción de vitaminas B y síntesis de ácidos de cadena corta (acetato, propionato y butirato) y el sustrato energético para la piel interior del colon (epitelio)[xx] , a través de reacciones bioquímicas. Este proceso da lugar a la recuperación de energía para nuestro metabolismo así como la como la absorción de sustancias nutritivas.

Adicionalmente, la microbiota parece tener un papel fundamental a la hora de adaptarnos. Una adaptación genética puede tomar muchas generaciones, sin embargo, la microbiota es más flexible y puede influenciar nuestra genética para que logremos adaptarnos a cambios del entorno[xxi],[xxii].

Por otro lado, el entorno “moderno” ha impactado también a nuestros microbios y parece haber dado pie a muchas enfermedades relacionadas a desequilibrios en la microbiota. Estudios en poblaciones que han estado relativamente aisladas de la vida moderna, muestran que dichas poblaciones tienen entre 500 y 700 variedades diferentes de microorganismos adicionales a los de una persona promedio en sociedades modernas[xxiii]. Aunque la diferencia no parezca muy grande, es importante pensar en el desbalance que se origina cuando una especie entera se extingue en el mundo (por ejemplo, piensen en la extinción de las abejas). Esa microbiota diversa puede ser un factor protector que explique las bajas tasas de alergias, asma, enfermedades atópicas y condiciones crónicas como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiacas en esas poblaciones, enfermedades por cierto, altamente prevalentes en sociedades “modernas”.

 

La creciente evidencia científica muestra que existe una relación directa o indirecta de desajustes en la microbiota[xxiv] y enfermedades gastrointestinales como gastritis, ulceras, síndrome del colon irritable, enfermedades inflamatorias intestinales como colitis ulcerativa, chron, sobrepoblación de bacterias en el intestino delgado, hígado graso, alergias, asma, eczema, diabetes, enfermedades autoinmunes, problemas neurológicos como depresión, ansiedad, transtorno de déficit de atención, hiperactividad, cáncer y autismo.

Esto, por supuesto también es válido cuando hablamos de Covid-19[xxv]: “[Si bien] no hay forma de que nuestro microbioma intestinal ejerza una protección directa contra la COVID-19, disponemos de sólidas pruebas de la existencia de una relación estrecha entre microbiota y sistema inmunitario. Una microbiota sana y equilibrada favorece la homeostasis inmunitaria, evitando así la hiperreactividad del sistema inmunitario de una persona”[xxvi].

Por otro lado, la microbiota afecta también en nuestra salud mental y emocional[xxvii]. Tendemos a pensar que somos seres racionales, que toman sus decisiones “con la cabeza”. Sin embargo, la ciencia nos está probando que esto no es así. Pese a que somos capaces de analizar datos o sopesar pros y contras, las decisiones que tomamos se ven normalmente influenciadas por nuestras emociones. Estas emociones influyen en cómo interpretamos la información y cómo tomamos decisiones. El regulador principal de nuestras emociones es el intestino.

Muchos de los neurotransmisores que el cerebro utiliza para regular procesos psicológicos así como procesos mentales como el aprendizaje, memoria y humor son producidos en el intestino (por ejemplo el 90% de la serotonina y el 50% de la dopamina[xxviii]). Algunos son sintetizados de los alimentos que consumimos pero, en su mayoría, son producidos por las bacterias que nos habitan. Estudios en animales han mostrado que la manipulación de la microbiota, produce comportamientos relacionados a la ansiedad y la depresión[xxix], a problemas de sueño[xxx], incluso enfermedades neuropsiquiátricas como el trastorno bipolar[xxxi]. La posibilidad de prevenir y tratar trastornos de ansiedad y depresión, desórdenes psiquiátricos y enfermedades mentales a través de intervenciones en el intestino van en ascenso, parece ser que mantener una microbiota en balance puede ayudar en gran medida también a tener una buena salud mental, aunque todavía falta mucho por investigar.

Microbiota, bioindividualidad y enterotipos

Como seres humanos, tenemos entre 20,000 a 22,000 genes y éstos son prácticamente idénticos entre todas las personas en el  mundo (compartimos 99,9% de genes entre todos los seres humanos). También compartimos el 96% de genes con nuestros primos más cercanos: los chimpancés y tenemos solo unos pocos genes más que la mosca de la fruta. En cambio la cantidad y variedad de microorganismos que habitan nuestro cuerpo es inmensa, varía de persona a persona e incluso en una misma persona. En la superficie de la mano tenemos más microbios que seres humanos en la tierra y son diferentes los que habitan nuestra mano izquierda de los que están en la derecha.

La microbiota de una persona es información, habla sobre sus hábitos de vida. Al analizarla, un microbiólogo podría conocer si la persona: come carne o si su dieta está basada en verduras y carbohidratos, si ha tomado medicamentos recientemente, si tiene una mascota, etc. No hay dos microbiomas idénticos, difieren entre 80-90% de persona a persona. Lo que nos hace verdaderamente diversos es nuestra parte NO humana, lo que llevamos dentro. Este microbioma es el producto de nuestra experiencia de vida, la base más notable de la bioindividualidad, nuestra verdadera huella digital.

Si bien esto es así, también se sabe que existen tres grandes grupos de comunidades bacterianas denominados enterotipos[xxxii], algo así como el grupo sanguíneo, pero aplicado a la microbiota. Cada enterotipo está dominado por un tipo de bacterias que es independiente de factores como el origen, la edad y la salud de la persona[xxxiii].

 Factores que afectan la microbiota

Esta bioindividualidad microbiana es el producto de la combinación de muchos factores que hacen que, dos personas de la misma familia, criadas en condiciones similares, tengan de todas maneras una gran variabilidad entre sus microbiotas. Los factores más relevantes que la afectan ya sea positiva o negativamente son los siguientes:

Primera infancia: La microbiota del bebé comienza a desarrollarse cuando todavía está en el vientre de su madre. Las bacterias que están en la boca de la madre están en el tubo digestivo del feto antes de nacer. La alimentación y los hábitos de la mamá son muy importantes. Sin embargo, el momento de mayor colonización se da en el parto. En el último trimestre del embarazo, la microbiota vaginal de la madre empieza a cambiar. Cuando el bebé nace por parto natural, es colonizado por la microbiota vaginal. El nacimiento por cesárea es diferente y las bacterias que empiezan a colonizar al bebé son las que están en la piel de la madre y del personal que está realizando la intervención[xxxiv], y no los de la vagina.

Por otra parte, el tipo de lactancia también es esencial. La lactancia materna es prácticamente un seguro de salud para el bebé, lo protege contra muchas condiciones como la celiaquía, posiblemente también el autismo, entre otras muchas. La leche materna contiene microorganismos vivos (probióticos) y un tipo de fibra indigerible, destinada a alimentar y fortalecer la microbiota del bebé (prebióticos). Es ideal que por lo menos hasta los 6 meses sea la única alimentación que reciba.

Se considera que entre los 2 y 3 años se consolida la microbiota del niño, por lo que el estilo de vida en ese periodo de tiempo es fundamental para su salud (alimentación, contacto con la naturaleza, tratamientos médicos, etc.).

Guerra contra las bacterias: Por mucho tiempo, la humanidad ha tenido una relación antagónica con los microbios. Esta fobia sin duda trajo grandes beneficios y es uno de los factores que más coadyuvó al incremento de la esperanza de vida, al permitirnos hacerle frente a las enfermedades infecciosas. Lamentablemente, esta guerra se ha llevado al extremo, pretendiendo esterilizar los ambientes en los que nos desarrollamos. Crecer en ambientes demasiado limpios tiene un impacto negativo en la salud[xxxv]. Esta obsesión con la higiene, está reduciendo nuestra población microbiana, lo que irónicamente, incrementa la probabilidad de contraer infecciones por agentes patógenos[xxxvi].

Exposición a medicamentos: No hay duda de que los antibióticos salvan vidas y de que son imprescindibles en ciertas circunstancias, sin embargo, no somos del todo conscientes de lo serio que es su uso indiscriminado e incorrecto. Por una parte, se recetan muy libremente y por otra, se consumen inadecuadamente (no se terminan los tratamientos o no se siguen los horarios indicados). Hay países, como el nuestro, en el que podemos comprar antibióticos en el sector de caja de los supermercados, literalmente, al lado de los caramelos.

Los tratamientos con antibióticos dañan mucho la microbiota, matan bacterias malas y buenas sin distinción. En varios países, ya se compagina la prescripción de antibióticos con probióticos para minimizar el daño.

Un gran problema que conlleva el uso indiscriminado de antibióticos es la resistencia a los mismos, planteado por la OMS como uno de los grandes problemas de salud global en la actualidad. La evidencia muestra que las bacterias pueden transferir e intercambiar su material genético de manera horizontal, lo que significa que bacterias que nunca han estado expuestas a antibióticos, pueden hacerse resistentes de todas maneras por esta transferencia[xxxvii]. Y en un mundo híper conectado, la transferencia de bacterias resistentes es muy sencilla. Ejemplo de esta híper conexión es lo que estamos viviendo actualmente con el Covid-19, que en poco tiempo se ha extendido por todo el mundo.

Por otra parte, existe la posibilidad de que la fuente más importante de antibióticos a los que nos exponemos sea a través del consumo de carne de animales criados convencionalmente (en los que se usan grandes cantidades de antibióticos para disminuir enfermedades y fomentar el engorde) y el constante vertido al medio ambiente de antibióticos a través de aguas residuales[xxxviii].

Otros medicamentos de uso común también están relacionados con daños a la microbiota: antiinflamatorios (como el ibuprofeno), antiácidos, inhibidores de la bomba de protones (como el omeprazol), anticonceptivos orales, relajantes musculares y otros[xxxix].

Exposición a químicos: Varios químicos a los que estamos expuestos cotidianamente tienen también un impacto negativo en nuestra microbiota, por ejemplo el cloro que se usa para potabilizar el agua, los químicos de los productos de limpieza, de higiene personal y los que se rocían en los alimentos (plaguicidas, etc.). Algunos ingredientes de los productos ultra procesados, como ser edulcorantes[xl], emulsionantes[xli], alteran también la microbiota.

Como ves, muchos de estos factores escapan en mayor o menor medida a nuestro control, pero hay otros sobre los que SI podemos influir. Estos factores son los que están relacionados con nuestro estilo de vida.

¿Cómo cuidar la microbiota?

Prioriza la alimentación prebiótica: Como vimos, una microbiota sana es una microbiota diversa y equilibrada. Una herramienta muy accesible que tenemos para cuidarla es la alimentación. La relación entre lo que comemos y el tipo de bacterias que habitan dentro nuestro es directa. El alimento para ellos se llama prebiótico, de ahí que la alimentación prebiótica busca cómo podemos alimentarnos a nosotros, procurando que nuestros microorganismos mantengan un estado de salud óptimo[xlii]. Así como nuestros microorganismos cumplen funciones que nos benefician también tienen necesidades, ¡hasta gustos! y están genéticamente equipados para fermentar mejor diferentes tipos de fibra. Entonces, para alimentarlos, queremos una gran variedad de fibra altamente fermentable. En este video te comparto mucho más sobre la alimentación prebiótica, además de un par de recetas:

https://www.facebook.com/525273124180849/videos/515590099110642

Consume alimentos probióticos: Los probióticos son alimentos (o suplementos) que contienen microorganismos vivos. Los fermentos son alimentos literalmente vivos, pues contienen gran cantidad y variedad de microorganismos. Los alimentos fermentados son más nutritivos por la presencia de vitaminas del grupo B y K por ejemplo, promueven la modulación del sistema inmunológico y ayudan en el proceso digestivo, puesto que los microbios han hecho gran parte del trabajo. En este video, Rocío de CULTIVA – Salud Integral y Consciente, comparte más sobre este tema y nos enseña a preparar dos recetas:

https://www.facebook.com/525273124180849/videos/228918341692917

Reduce el consumo de productos ultra procesado carne de animales criados convencionalmente: Como vimos párrafos arriba, estos productos tienen entre sus ingredientes aditivos potencialmente dañinos para la microbiota.

No te auto mediques: Esto parece muy obvio pero, entre mis clientes y conocidos es muy común hacerlo. Todos los medicamentos tienen efectos no deseables, usarlos sin receta o sin seguir las indicaciones del profesional daña nuestra salud y la de nuestra microbiota.

Muévete más: La actividad física impacta positivamente la microbiota[xliii] afectando la diversidad y la composición microbiana[xliv] a través de la contracción muscular y el consumo de oxígeno que genera. Además se incrementa la producción de ácidos grasos de cadena corta (conocidos por reducir la inflamación, mantener estables los niveles de insulina, reducir la probabilidad de cáncer de colon y producir energía), favorece el tránsito intestinal (lo que modifica la composición de la microbiota). Adicionalmente, la actividad física reduce los niveles de estrés, favoreciendo de esta manera a nuestra salud y la de nuestra microbiota.

Gestiona tus niveles de estrés: El estrés es un tema muy amplio, del que seguro hablaremos en otras entradas en el blog. Sólo mencionar por aquí que el estrés activa el Sistema Nervioso Simpático (SNS), nuestro mecanismo ancestral de supervivencia que pone al cuerpo en un estado de huir /pelear /o quedar paralizados. Esto produce cambios drásticos en el cuerpo, que entre otras cosas, reduce las contracciones del intestino, generando un tránsito intestinal más lento y por lo tanto, impacta negativamente en la microbiota. El cerebro entiende que estamos bajo amenaza y si este estado se mantiene en el tiempo, se deprime nuestro sistema inmunológico, por lo que somos más vulnerables a cualquier enfermedad.

Técnicas como la meditación o el mindfulness estimulan la actividad del nervio vago, a través de la respiración, activando nuestro Sistema Nervioso Parasimpático (SNP), poniendo al cuerpo en estado de relajación. La respiración consciente es una potente herramienta que sincroniza la comunicación entre el cerebro, el intestino, incluso el corazón y pulmones[xlv].

El descanso adecuado, del que también hablaremos en otras entradas, es también esencial en la gestión del estrés.

Procura exponerte a la naturaleza: La vida moderna, que reduce el contacto con la naturaleza impacta también en la microbiota, al tener menos contacto con microorganismos externos. Esto debilita la diversidad microbiana y afecta a nuestro sistema inmunológico. Los niños que tienen mascotas al crecer (especialmente perros) tienen una menor probabilidad de desarrollar asma de mayores[xlvi].

Estamos en las montañas, y las montañas también en nuestro interior, caldeando nuestro entusiasmo, haciendo que cada uno de nuestros nervios vibre, llenando cada uno de nuestros poros y células. John Muir

El contacto con el exterior (árboles, tierra, plantas, pasto) refuerza la microbiota, aumentando la diversidad y la cantidad de ciertas bacterias beneficiosas, en la piel y en los intestinos[xlvii]. Al final de cuentas, la naturaleza ha sido nuestro hábitat por el 99,9% de nuestra evolución como humanos, como decía John Muir “Ir a las montañas es ir a casa.”

Cuida tu microbiota oral y la de tu piel[xlviii]: No sólo es esencial la microbiota intestinal, la microbiota oral y la de la piel tienen también un impacto importante en nuestra salud. El uso indiscriminado de enjuagues bucales comerciales, la alimentación inadecuada, la inadecuada higiene oral (ya sea por defecto o por exceso), respirar por la boca, el consumo de sustancias tóxicas como el tabaco o el alcohol, que pasan por la boca, impactan sobre la microbiota. Para mantenerla en buen estado evita esos factores de riesgo, acude a tu dentista regularmente, respira por la nariz, cambia el enjuague bucal por aceite de coco y aplica las recomendaciones citadas previamente (alimentación, movimiento, gestión del estrés, etc).

La piel es el órgano que marca el límite entre tú y el mundo y también está cubierta de microbios. El exceso de higiene (frotarnos la piel, uso excesivo de jabón, lavado continuo, etc.), ducharse con agua muy caliente, el abuso de antibacteriales o alcohol,  dañan la microbiota de la piel. En épocas de Covid, por supuesto que es importante cuidarse, pero el abuso de estos cuidados puede, paradójicamente, ir en nuestra contra.

Este es un tema apasionante, esencial y que seguramente seguirá afectando cómo se practica la medicina actualmente.

En conclusión, como es afuera, es adentro: la diversidad y el equilibrio SIEMPRE nos enriquecen.

 

Artículo escrito por Alejandra Navarro de Active Balance Life

 

[i] https://www.investigacionyciencia.es/revistas/investigacion-y-ciencia/supernovas-extremas-821/los-virus-de-nuestro-cuerpo-19475

[ii] https://sitn.hms.harvard.edu/flash/2018/bacteria-may-live-naturally-inside-human-brain/

[iii] https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1043276020300242

[iv] https://www.biocodexmicrobiotainstitute.com/es/publicaciones/el-feto-humano-nadando-en-un-bano-bacteriano

[v] “Microbiótica, nutrición simbiótica y microorganismos regeneradores” LAZARO, Luis Antonio, coordinador.

[vi] “Universo microbiota”, GÓMEZ SENENT, Silvia.

[vii] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3644425/

[viii] “Alimentación prebiótica: Para una microbiota intestinal sana” CAÑELLAS, Xavi, SANCHÍS, Jesús, AGUADO, Xavier, REDONDO, Lucía.

[ix] https://www.neurologia.com/articulo/2018223

[x] https://www.redaccionmedica.com/secciones/neurologia/alzheimer-microbiota-intestinal-investigadores-confirman-relacion-estudio.6766

[xi] https://www.lavanguardia.com/vivo/lifestyle/20200210/473299762567/nervio-vago-salud-mente.html

[xii] http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112013000300001

[xiii] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23828891/

[xiv] https://www.gutmicrobiotaforhealth.com/es/reloj-de-la-microbiota-intestinal-el-estrecho-vinculo-entre-microbiota-intestinal-patrones-dieteticos-y-ritmo-circadiano/

[xv] https://www.pileje.es/revista-salud/el-papel-del-butirato-en-la-prevencion-de-los-trastornos-digestivos-cronicos

[xvi] https://www.elsevier.es/es-revista-cirugia-espanola-36-articulo-butirato-carcinogenesis-colorrectal-12462

[xvii] “Microbiótica, nutrición simbiótica y microorganismos regeneradores” LAZARO, Luis Antonio, coordinador.

[xviii] “La biblia de la salud intestinal”, MULLIN, Gerard.

[xix] https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2352939316000026

[xx] “Microbiótica, nutrición simbiótica y microorganismos regeneradores” LAZARO, Luis Antonio, coordinador.

[xxi] https://cordis.europa.eu/article/id/188681-gut-microorganisms-aid-adaptation-to-environmental-change/es

[xxii] https://www.gutmicrobiotaforhealth.com/es/evolucionar-gracias-nuestros-microbios-intestinales/

[xxiii] https://www.gutmicrobiotaforhealth.com/es/algunos-indigenas-del-amazonas-tienen-la-microbiota-mas-rica-y-diversa-jamas-documentada-en-humanos/

[xxiv] “El milagro probiótico”, SCHOFFRO COOK, Michelle

[xxv] https://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-breve-guia-microbiota-cuidarla-relacion-covid-19-20210411075943.html

[xxvi] https://www.gutmicrobiotaforhealth.com/es/lo-que-sabemos-sobre-el-vinculo-entre-nuestra-microbiota-intestinal-y-la-covid-19/

[xxvii] “Pensar con el estómago”, MAYER, Emeran.

[xxviii] http://www.connectingthegrowingbrain.com/es/los-microbios-del-intestino-estimulan-la-produccion-de-serotonina

[xxix] https://andreuprados.com/las-bacterias-nos-pueden-ayudar-en-la-depresion

[xxx] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32275066/

[xxxi] https://www.elsevier.es/es-revista-revista-psiquiatria-salud-mental-286-articulo-el-cerebro-visceral-trastorno-bipolar-S1888989117300290

[xxxii] https://cordis.europa.eu/project/id/201052/reporting/es

[xxxiii] “Microbiótica, nutrición simbiótica y microorganismos regeneradores” LAZARO, Luis Antonio, coordinador.

[xxxiv] https://www.csic.es/en/node/122861

[xxxv] “Microbiótica, nutrición simbiótica y microorganismos regeneradores” LAZARO, Luis Antonio, coordinador.

[xxxvi] https://revistamedica.com/hipotesis-higiene-enfermedades-inflamatorias/

[xxxvii] https://www.elsevier.es/es-revista-enfermedades-infecciosas-microbiologia-clinica-28-articulo-resistencia-bacteriana-los-antibioticos-una-S0213005X14003413

[xxxviii] https://www.elsevier.es/es-revista-enfermedades-infecciosas-microbiologia-clinica-28-articulo-resistencia-bacteriana-los-antibioticos-una-S0213005X14003413

[xxxix] https://www.biocodexmicrobiotainstitute.com/es/pro/publicaciones/efectos-adversos-de-los-medicamentos-en-la-microbiota-intestinal

[xl] https://www.icns.es/noticia_edulcorantes-perjudican-microbiota-y-alteran-metabolismo-glucosa-en-humanos

[xli]https://www.researchgate.net/publication/273318977_Dietary_emulsifiers_impact_the_mouse_gut_microbiota_promoting_colitis_and_metabolic_syndrome

[xlii] “Alimentación prebiótica: Para una microbiota intestinal sana” CAÑELLAS, Xavi, SANCHÍS, Jesús, AGUADO, Xavier, REDONDO, Lucía.

[xliii] https://atlasbiomed.com/blog/how-does-exercise-affect-gut-microbiome/

[xliv] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5357536/

[xlv] “Universo microbiota”, GÓMEZ SENENT, Silvia.

[xlvi] https://www.investigacionyciencia.es/blogs/medicina-y-biologia/43/posts/el-poder-de-los-cachorros-16996

[xlvii] https://www.biocodexmicrobiotainstitute.com/es/publicaciones/mas-naturaleza-para-una-microbiota-sin-fisuras

[xlviii] ¡Es la microbiota, idiota!: Descubre cómo tu salud depende de los billones de microorganismos que habitan en tu cuerpo”, ARPONEN, Sari.