Nuestro cuerpo es un conjunto de sistemas que trabajan en unidad para cumplir las funciones biológicas de un ser vivo. Está compuesto de varios sistemas (digestivo, endócrino, inmunológico, linfático, muscular, nervioso, óseo, reproductor, respiratorio, excretor) que, son parte de nuestro organismo y están relacionados entre sí. El desbalance en alguno de estos sistemas, puede tener un menor o mayor impacto en otro u otros sistemas. Por ejemplo, desbalances en el sistema nervioso pueden tener impacto negativo en el sistema digestivo. Y aunque esto parece obvio, muchas veces no somos del todo conscientes de que un dolor de cabeza puede ser resultado de una mala digestión. El cuerpo está en permanente búsqueda de equilibrar las necesidades de cada uno de sus sistemas biológicos para que la articulación entre los mismos sea armónica y tengamos salud.

Pero además, formamos parte de un todo, de un ecosistema que está también en constante cambio y búsqueda de equilibrio. Los cambios en este ecosistema, van a exigir cambios o adaptaciones en nosotros para poder mantenernos vivos, en equilibrio. Si se afecta nuestro medio externo, nuestro entorno, nos afectamos nosotros necesariamente. Un ejemplo de esto se dio hace varios años, cuando un virus, llegó por avión desde algún país de Asia hasta los Estados Unidos, acabando con millones de murciélagos. Esto generó escasez de tequila, ya que los murciélagos son los polinizadores del agave, que es la principal materia prima para elaborar el tequila.

Y actualmente estamos viviendo otro ejemplo, que implica también murciélagos, contagios masivos, muertes alrededor del mundo y está haciendo mucho más evidente que afectar el medio ambiente implica daños inmensos para nuestra salud.

Como vimos en la entrada anterior del blog, nuestras elecciones a la hora de comer tienen impacto en el medio ambiente (Lo que como importa. El impacto de mis elecciones alimenticias en el medio ambiente). El modelo de agricultura extensiva, el progreso tecnológico, el uso de fertilizantes y pesticidas, la manipulación de semillas y la industrialización de la alimentación, han multiplicado nuestras reservas de comida, pero con un efecto deletéreo sobre el medio ambiente. Y como mencioné líneas arriba, el daño que le generamos al medio ambiente también tiene un impacto en nostrotr@s, el daño es bidireccional.

Contaminación ambiental en nuestro plato

 

La contaminación ambiental implica un riesgo para la seguridad de los alimentos. Algunas sustancias químicas, provenientes en la mayoría de los casos de la actividad industrial, contaminan también los alimentos. Algunos ejemplos son la contaminación por mercurio (generado por industrias químicas, contamina el agua y los productos pesqueros), por plomo (usado antiguamente en las tuberías, contamina el agua de consumo, además de cultivos vegetales situados cerca de carreteras, debido al uso de este metal pesado en la gasolina), por cadmio (usado para la elaboración de pilas, plásticos, colorantes industriales, etc. que puede contaminar los suelos y por lo tanto los cultivos) y hay varios más.

Los agrotóxicos por su parte, son sustancias químicas tóxicas utilizadas en la agricultura para matar insectos, malezas, hongos que afecten los diferentes cultivos. El uso de estos químicos se está extendiendo y, en muchas ocasiones, sin seguir las regulaciones establecidas para su uso, incluso desentendiéndose de leyes que específicamente los prohíben. Estos químicos son perjudiciales para la salud. Cuando se riegan estos plaguicidas en los cultivos, se esparcen por el agua, el aire y, obviamente, quedan adheridos a nuestra comida. Hay un estudio español que reveló la existencia de contaminación por pesticidas incluso en la Antártida[1].

Naciones Unidas considera que la tasa de intoxicaciones en los países de Sud América podría ser unas trece veces mayor que en los países industrializados, por lo que declaró a los plaguicidas como uno de los mayores problemas en el ámbito de la salud[2]. Se han relacionado de manera directa con el autismo, problemas de fertilidad, abortos espontáneos, cáncer, malformaciones, enfermedades metabólicas, inmunologías, diabetes e infecciones[3]. Si es que el tema te interesa, hay mucha información en internet y en youtube, toma en cuenta que puedes toparte con imágenes muy duras.

Otro peligro de la contaminación ambiental en nuestros platos son los microplásticos. De acuerdo a un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en el que se analizaron 102 alimentos procedentes del mar, se encontró que el 68% estaba contaminado con microplásticos, principalmente microfibras y microfilms[4]. En concreto, el estudio señala la presencia de plásticos en mares y océanos como principal causa de la contaminación de alimentos.

Degradación de la tierra y de la calidad de nuestros alimentos

 

El Dr. Weston Price, dentista canadiense, conocido principalmente por sus hallazgos sobre la relación entre nutrición, salud dental y salud física, sostenía que la degradación de la salud física y dental (desarrollo inapropiado de la estructura facial que hace que los dientes se amontonen, y la proliferación de caries) de sus pacientes era la consecuencia de una dieta moderna occidental, muy diferente a la dieta tradicional que aún mantenían varias poblaciones que fueron sujetas de sus estudios alrededor del mundo.

En sus viajes estudió a poblaciones aisladas de la vida moderna o la “civilización”, con dietas diversas las unas de la otras y observó que estas poblaciones no presentaban los problemas de salud tan prevalentes entre sus pacientes, pese a condiciones de higiene que pudieran  parecer no tan buenas. Las dietas eran heterogéneas pero tenían algo en común: se basaban en comida fresca, proveniente de animales y plantas cultivadas en tierras ricas en nutrientes. Price sostenía que la calidad del suelo era una de las claves fundamentales de la buena salud.

Una tierra sana es indispensable para lograr una buena cosecha, pero, como vimos en el artículo anterior, la industrialización de la agricultura, la introducción de fertilizantes sintéticos, ha degradado la salud del suelo y erosionado la biodiversidad de la tierra y de sus nutrientes.

Los suelos empobrecidos producen cultivos empobrecidos, de los que nos alimentamos y se alimentan los animales que consumimos. Price recolectó muestras de alimentos a lo largo de sus viajes y las hizo analizar, encontrando que dichas muestras contenían en promedio 10 veces más vitaminas A y D en relación a muestras de alimentos en los Estados Unidos. La calidad de los suelos está directamente relacionada con la calidad de alimentos[5].

Los alimentos provenientes de suelos ricos en nutrientes aportan también niveles más elevados de minerales y de fitonutrientes, compuestos producidos por las plantas, como mecanismo de defensa ante plagas, que resultan tener efectos antiinflamatorios y antioxidantes para los humanos. La “modernidad” ha puesto todo el enfoque en ampliar la cantidad de comida en desmedro de la calidad. Ahora tenemos más comida pero es menos nutritiva.

Por otro lado, los métodos convencionales de agricultura y ganadería han generado una enorme reducción de la diversidad de cultivos y crianza de animales para consumo humano. Las dietas tradicionales eran variadas, se estima que las poblaciones de cazadores-recolectores consumían en promedio más de cien especies de plantas y veinte tipos de animales. La gran variedad aportaba diferentes nutrientes y minimizaba la posibilidad de acumulación de compuestos potencialmente dañinos, como por ejemplo las lectinas. Estos compuestos presentes especialmente en legumbres y cereales, no son perjudiciales en cantidades moderadas, pero una dieta menos variada, propicia la acumulación de estos compuestos, pudiendo causar inflamación y permeabilidad intestinal.

También ha mermado la calidad y variedad de alimentos de origen animal. Por siglos, muchas culturas han consumido proteína animal, normalmente variada, procedente de animales salvajes o criados de manera natural. Sin embargo, la industrialización y producción en masa de productos cárnicos ha priorizado la crianza y consumo de contadas razas y especies de animales. Por ejemplo, en Estados Unidos, una sola raza (Holstein Friesians), constituye el 90% del ganado lechero[6].

Además de menos variada, también es de menor calidad. La carne de los animales que se alimentan de manera natural, con aquello para lo que sus cuerpos están adaptados, contiene menos grasa, es fuente de ácido linoléico conjugado (con  propiedades antiinflamatorias y antitumorales[7]), contiene más vitaminas, más antioxidantes y proporciones más equilibradas de ácidos grasos omega 3 y 6[8]. Lamentablemente, en la actualidad, en la mayoría de los casos, los animales son alimentados con granos, criados en condiciones horrorosas de hacinamiento, siendo más susceptibles a enfermedades por lo que el uso de antibióticos es muy común en la industria. Esa sobredosis de antibióticos nos afecta al consumir la carne de estos animales y genera daños en nuestra salud y la de nuestra microbiota.

Adicionalmente, la alimentación intensiva, el uso de antibióticos y hormonas de crecimiento, modificaciones genéticas y crianza rigurosa de animales en granjas industriales son métodos usados por éstas con la finalidad de crecimientos acelerados. Se estima que hace 200 años, los cerdos alcanzaban un peso promedio de 59kg en 5 años. En la actualidad, alcanzan pesos de hasta 100kg en sólo 6 meses y son sacrificados antes de perder su dentadura de leche. En Estados Unidos, el salmón es genéticamente modificado para crecer de 4 a 6 veces más rápido que el promedio en un ambiente natural[9].

Otra de las observaciones del Dr. Price fue que las poblaciones que a su criterio mostraban mejores marcadores de salud eran aquellas que incluían en su dieta animales salvajes, y apreciaban de manera especial los órganos, como ser el hígado (una fuente muy rica en vitaminas A, D, E, K, B12 y folato), el corazón, los riñones, el cerebro e incluso los huesos. Estas poblaciones aprovechaban todo el animal, por lo que conseguían un aporte más equilibrado de aminoácidos. Comer sólo una parte del animal (normalmente músculo o carne magra) genera un desbalance de aminoácidos en la dieta, lo que implica abundancia de algunos compuestos, como la metionina, relacionada con enfermedades cardiovasculares.

Nuestra salud personal no puede estar divorciada de la salud de toda la red alimentario. Michael Pollan

Cambio climático y su impacto en nuestra comida

 

Por otra parte, el cambio climático influye en la variedad y calidad de los alimentos tanto de origen vegetal como de origen animal. Variaciones en las condiciones climáticas impactan en el crecimiento de los cultivos, la calidad de la cosecha, en las técnicas de conservación de los alimentos, además de en la variedad de alimentos que se pueden producir en cada zona. Esto a su vez, impacta negativamente en la calidad y cantidad de animales que se pueden criar y alimentar.

 En síntesis, la degradación del medio ambiente afecta la disponibilidad y la composición nutricional (calidad) de nuestros alimentos, lo que repercute en nuestra salud en el mediano y largo plazo.

¿Qué podemos hacer?

 

Aunque parezca que los esfuerzos individuales no tienen impacto, piensa que habrán muchos que al verte actuar se inspiren y sigan tu ejemplo. No desestimes tu efecto multiplicador. Estas son algunas sugerencias pequeñas que pueden ayudar:

  • Reconéctate con tu comida, si te es posible, averigua de dónde viene, cómo ha sido producida, y el impacto que puede tener en el medio ambiente.
  • Si está en tus posibilidades, intenta consumir alimentos frescos, locales y de temporada. Adquiérelos en mercados, donde suelen ser más frescos y económicos, idealmente agroecológicos.
  • Apoya cuando sea posible la agricultura sostenible y la producción artesanal. Averigua en tu zona donde puedes encontrar ferias o mercados de pequeños productores y transformadores, que normalmente tienen prácticas más benignas con el medio ambiente y con tu salud.
  • En casa puedes iniciar un mini huerto, con hierbas aromáticas o cultivos de fácil producción. Aprende sobre compostaje y arma tu propia compostera, es muy sencillo y gratificante.
  • Disminuye el consumo de alimentos de origen animal, así generarás un ahorro que te permita adquirirlos priorizando su calidad. Consume vísceras y aprovecha también los huesos para preparar caldos, como hacían nuestras abuelas.
  • Cuando puedas compra a granel, o elige envases que no sean de plástico (como por ejemplo cartón o vidrio) tanto para tus alimentos como para tus productos de limpieza y aseo personal.
  • Opta también por fibras naturales en tu ropa o compra de segunda mano.
  • Usa bolsas de tela para hacer tus compras.
  • Cuando te sea posible di NO a bolsas, bombillas, vasos, cubiertos, platos y envases desechables y a la moda “rápida”. Lleva contigo un “kit” con una botella de aluminio o vidrio, cubiertos de metal o bambú y un tapper por si vas a comer fuera.

Recuerda que somos parte de un todo, el daño que le generamos al planeta, nos lo generamos a nosotr@s mism@s. Cuidar el medio ambiente, es también autocuidado.

Cuidar el medio ambiente es también autocuidado

 

Escrito por Alejandra Navarro de Active Balance Life

[1] http://www.elfederal.com.ar/los-agrotoxicos-llegaron-a-la-antartida/

[2] https://www.business-humanrights.org/es/informe-de-las-naciones-unidas-subraya-el-impacto-de-los-agrot%C3%B3xicos-en-la-salud-y-el-ambiente-denuncia-lobby-empresario

[3] https://www.youtube.com/watch?v=e-d1_MT13kk,

https://www.youtube.com/watch?v=EBF7EhYClcg, https://www.youtube.com/watch?v=Ka_ns2GmESs&t=19s

[4] https://www.ocu.org/organizacion/prensa/notas-de-prensa/2018/microplasticos-050618

[5] POLLAN, Michael “In defense of food, an eater´s manifesto”, USA, 2008.

[6] https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/04/140403_ciencia_alimentos_mas_amenazados_np

[7] https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81cido_linoleico_conjugado

[8] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2846864/

[9] HONORÉ, Carl «In praise of SLOW » Gran Bretaña, 2019.