Cuántas veces nos dijeron que nuestros genes estaban escritos en piedra y que si nos diagnosticaban con alguna enfermedad común en la familia, nos decían que era hereditario y que no había mucho que uno podría haber hecho. Pues te cuento que esto no es tan simple! Y más bien hay muuucho que podemos hacer! Porque predisposición no significa predestinado 😉

El genoma humano es la suma de nuestros más de 20.000 genes compuestos por una secuencia de información codificada en nuestro ADN, ubicado en todas y cada una de nuestras células. Cada una de las 50 billones de células en nuestro cuerpo contiene 2 metros de ADN!. Pero cómo se logra que semejante cantidad y tamaño de ADN entre en el núcleo de una célula que es 400 veces más pequeña? Lo que sucede es que este ADN se envuelve en cadenas de proteínas llamadas histonas, que podemos entenderlas como carretes, y existen alrededor de 30 millones de histonas en cada célula. La unión de las histonas y el ADN se conoce como cromatina. Si bien esto resuelve el problema del espacio, dificulta la lectura de la célula de los genes codificados en el ADN debido a que están sumamente compactos sobre las histonas. Y el ADN es el encargado de decirle a la célula en qué convertirse y cómo actuar. Aquí entra en juego las marcas epigenéticas, que son pequeñas etiquetas químicas sobre la cromatina que les ordena cuándo comprimirse y cuándo no, afectando, de esta manera, cómo la célula lee los genes. Cuándo estas marcas ordenan que la cromatina se comprima, evita que la célula lea el ADN, desactivando esos genes en particular, y lo contrario ocurre, cuando ordena a la cromatina descomprimirse, es decir, activando genes específicos. Esto significa, que si bien los genes dan las instrucciones para el desarrollo del cuerpo, es el epigenoma que interactúa con el ADN para proveer lo que puede ser considerado como un segundo set de instrucciones.

Durante el desarrollo del embrión, cuando las células empiezan a dividirse y recibir señales  e información de otras células, las marcas epigenéticas empiezan a aparecer definiendo en primera instancia qué tipo de células serán (neurona, célula muscular, etc) cada una de nuestras células. Y acá aparece una característica muy importante de la epigenética, y es que ésta es influenciada por el ambiente externo, no sólo por las células circundantes, sino por la comida que la madre consume, las vitaminas que ingiere, las emociones que siente, si consume cigarrillos o no, etc. Estas acciones y emociones de la madre se transmiten como señales químicas a través del torrente sanguíneo hasta las células del feto mostrándose como marcas epigenéticas que afectan los genes y posterior salud del feto. Estas marcas epigenéticas no sólo son transmitidas de una generación a otra, sino a múltiples generaciones si es que estas marcas se establecen en los óvulos o esperma. Esto muestra que los estilos de vida de una persona no solo afecta su salud, sino la de sus descendientes.

Ah, pero antes de maldecir a nuestros padres por nuestras desgracias en salud, les cuento lo siguiente! Existen investigaciones que demuestran que las marcas epigenéticas no sólo son definidas durante el proceso embrionario, sino luego del nacimiento y durante toda nuestra vida!

Esto significa que diferentes factores de nuestro estilo de vida tienen la capacidad de cambiar las marcas epigenéticas que activan y desactivan nuestros genes. Es decir que si bien podemos tener un gen que incremente la probabilidad de contraer cáncer de seno, este gen puede ser desactivado por marcas epigenéticas modificadas por nuestro estilo de vida y medio ambiente! Es más, 90% de nuestra salud está controlada por la epigenética. No les parece alucinante?

Cuando hablamos del estilo de vida y medio ambiente que tienen efecto en la epigenética nos referimos al tipo de comida que ingerimos, la hidratación, nuestro régimen de ejercicios, nuestra percepción y resiliencia para manejar el estrés, cómo dormimos, toxinas en comida, agua y productos cosméticos y de limpieza, la calidad de nuestras relaciones, nuestras emociones y más!

No somos víctimas de nuestros genes! Si bien no podemos cambiar el código genético en sí mismo, tenemos mucho que decir en la activación o desactivación de los genes!

Empieza a cambiar tu estilo de vida, empieza con lo que tú veas que sea más factible. Ve paso a paso, pero avanza!