En una anterior entrada vimos la relevancia que tiene la actividad física para nuestra salud (Sanándonos desde el cuerpo. El movimiento como parte de tu camino de bienestar). Tu cuerpo está diseñado para moverse y disfruta muchísimo hacerlo, es una necesidad fisiológica, así como respirar, hidratarte, comer o dormir. El impacto que sufre tu cuerpo si no se mueve es alto: dolores de espalda, pérdida de movilidad, pérdida de agilidad, pérdida de capacidad pulmonar, envejecimiento prematuro de articulaciones y un gran etc.  Creo que tod@s a estas alturas sabemos esto, entonces ¿Por qué es tan difícil para tanta gente comprometerse con el ejercicio como práctica habitual? ¿Por qué hay tanta gente teniendo una relación tan disfuncional con el ejercicio?

Relación disfuncional con el ejercicio y desconexión corporal

Las personas que tienen una relación disfuncional con el ejercicio, suelen ubicarse en uno de estos dos grupos:

  • Odian el ejercicio: lo detestan, lo sufren o sienten que no tienen “la fuerza de voluntad” necesaria para hacerlo (yo era de este grupo). Es muy común que esto se origine por alguna mala experiencia en el pasado, por ejemplo, haber sufrido acoso, vergüenza, obligación, lo que termina haciendo que la persona se sienta inadecuada, observada, juzgada, calificada, etc.

Pueden odiarlo también por pensar que el ejercicio “no cumple lo que promete”. Hay una idea muy prevalente de que el ejercicio es una forma de modificar el cuerpo (hacerlo más delgado, más musculoso, más firme, etc.), y esto NO es del todo cierto. No podemos modificar nuestro cuerpo a nuestro antojo, por lo menos no sin pagar un alto precio (en tiempo, en dinero, en salud, en paz mental). Hay muchos factores que definen la forma o tamaño de nuestro cuerpo, y el hecho de no lograr el estándar que la sociedad impone, no se debe a la “falta de fuerza de voluntad” o “flojera”. No está 100% en nuestras manos modificarlo. Hacer ejercicio con un objetivo estético en mente, puede desanimar si no se logra ese objetivo y, al final, se termina “tirando la toalla”.

  • Abusan del ejercicio: el otro grupo es de gente que hace ejercicio de manera compulsiva, desde la obligación, la comparación, la exigencia, el perfeccionismo, como una forma de controlar su peso o de modificar su cuerpo. El ejercicio se vuelve entonces un castigo por haber comido o por no verse como l@s modelos de revista. Para estas personas la relación con el ejercicio se vuelve tóxica, las aleja del bienestar, lastimando su salud (física y mental) en el proceso.

Lo que tienen en común estos dos grupos es una profunda desconexión con su cuerpo, no se han dado la oportunidad de experimentar el movimiento desde el autocuidado, el bienestar y el placer.

¿De dónde viene esta desconexión?

Lamentablemente, nos han hecho creer que hay formas correctas de cuerpos, “…el culto al cuerpo, la idolatración de la perfecta apariencia y el funcionamiento corporal, se basa en ciertos dogmas y consensos sociales que sirven para homogeneizar los valores en torno a lo corporal. Los/las modelos, los/las deportistas, los actores y actrices, en definitiva, las personas cuya imagen nos llega como símbolo de felicidad y éxito, sirven para modelar los nuevos cuerpos ideales (e idolatrados). Algunas prácticas extremas inducidas por el culto al cuerpo (cirugía, uso de anabolizantes, dietas y programas de ejercicio salvajes) han llegado a convertirse en un verdadero riesgo para la salud. Así, del mismo modo que el sedentarismo se considera perjudicial para la salud porque puede favorecer la aparición de ciertas enfermedades hipocinéticas, quizá el culto al cuerpo debería considerarse un factor de riesgo que pueden favorecer la aparición de trastornos sociosomáticos, como la anorexia, la bulimia, la vigorexia o la adicción al ejercicio”[1].

Este culto a cierto tipo de cuerpos nos ha generado una profunda insatisfacción corporal y ha fracturado la manera en la que habitamos nuestro cuerpo, repercutiendo también en cómo nos relacionamos con el ejercicio. Es imprescindible entender que hay industrias multi millonarias (que venden dietas, fármacos para bajar de peso, cirugías, cremas, como también la industria de la moda, y de la cosmética) que lucran de hacerte sentir inapropiad@, fallad@, y terriblemente mal con tu cuerpo (91% de las mujeres en los Estados Unidos se siente inconforme con su cuerpo, mientras que solo el 5% encaja en el estándar de cuerpo “de revista” que suele aparecer en los medios de comunicación[2]).

Como dice la gran Raquel Lobatón, “No nacemos odiando nuestro cuerpo, nos enseñan a hacerlo” y ¿sabes? ¡tampoco nacemos odiando movernos!

¿Desde dónde te conectas con el ejercicio?

El ejercicio te aporta muchísimo bien, a todo nivel, corporal, mental, emocional, espiritual, tu cuerpo adora moverse. Acercarse al ejercicio con la finalidad de modificar el cuerpo no nos hace bien, nos aleja de lo realmente importante: conectarnos con la sensación de bienestar desde el cuerpo y no tanto desde la mente.

La mentalidad con la que nos conectamos con el ejercicio hace toda la diferencia. Piensa por ejemplo en l@s niñ@s pequeñ@s, tienen una energía impresionante, no paran, tienen rangos de movimiento completo y son expertos en moverse sin necesidad de entrenadores expertos diciéndoles lo que tienen que hacer.

No hacen “ejercicio” (entendido como una actividad física específica con reglas y objetivos), se MUEVEN porque lo disfrutan, porque es una expresión natural de su cuerpo, de su naturaleza, exploran el movimiento desde la curiosidad, el disfrute, el juego, en plena libertad, sin reglas, sin normas, sin competencia, sin objetivos específicos en mente más que divertirse.

¡Es una pena que de adult@s nos alejemos del movimiento más intuitivo y gozoso, que experimentábamos de niñ@s! Que rico conectarse al movimiento desde esa mentalidad ¿no?

¿Eres de las personas que tiene una relación disfuncional con el ejercicio? Quiero compartir contigo algunas estrategias que A MI me han funcionado. Es importante recordarte que no soy experta en el tema, pero soy cada vez más experta en mi cuerpo. Esto que te comparto no necesariamente se aplica a todo el mundo, no son reglas, son mi experiencia que espero te de alguna luz de por dónde empezar a explorar el movimiento.

Para empezar, te invito a recordar ¿cómo te sentías de niñ@ al moverte, al jugar, al correr y saltar? Intenta moverte desde esa mentalidad, de puro disfrute, prestando atención a cómo se va sintiendo tu cuerpo mientras lo mueves libremente.

Olvídate de las reglas, encuentra TU motivo

Una de las experiencias más frustrantes en torno al ejercicio la viví en un gimnasio, en el que el entrenador simplemente no me permitía hacer el ejercicio que yo quería hacer, por la forma de mi cuerpo. Ese ejercicio (que a mi me encantaba) simplemente, “no era para mí” según él, y por mucho tiempo le creí. ¿Te ha pasado algo así?

“… la práctica física es considerada como un problema de salud cuya solución depende fundamentalmente de la intervención médica. Los médicos/as y los profesionales que se amparan bajo el discurso biomédico aparecen entonces como las personas que pueden y deben autorizar, supervisar y, en último término, tomar decisiones acerca de los diversos aspectos de la actividad física relacionada con la salud, los cuáles, por otra parte, suelen quedar reducidos a variables cuantificables con repercusión en adaptaciones orgánicas (frecuencia, tipo de actividad, duración, intensidad). El individuo simplemente deberá someterse a ese dictado si quiere conservarse sano. Se establece así una dependencia del juicio experto rodeado, además, de la aparente aura de asepsia que envuelve al conocimiento científico sobre el cuerpo y la salud”[3].

El mundo del ejercicio tiene una obsesión por estandarizar, medir, poner reglas, comparar, competir, calificar, etc. Por ejemplo, el ejercicio que “quema calorías” es adecuado para cierto tipo de cuerpo, o que tod@s deberíamos cumplir con “x” cantidad de pasos en el día, o que si el ejercicio no duele no ha servido para nada, y entonces el éxito del ejercicio se mide en kilos, en calorías, en tallas, en porcentajes, en kilómetros, en pasos, etc.

Personalmente, tengo una muy mala relación con este tipo de reglas generales[4], me hacen entrar en un bucle que desvía mi atención de lo más relevante: cómo se siente mi cuerpo y cómo me quiero sentir yo al hacer ejercicio.

El movimiento se hizo una parte no negociable de mi autocuidado cuando encontré MI motivo, dejar de ser y sentirme frágil, poder moverme con libertad, y que mi cuerpo me permita hacer lo que quiero cómodamente: si tengo que caminar, cargar bolsas, cargar garrafas, subir gradas, PODER hacerlo.

 ¿Qué quieres lograr al moverte?, ¿Cómo te quieres sentir?, ¿Cómo quieres tratar a tu cuerpo?, ¿Cómo puedes hacer para disfrutar al máximo tu movimiento?, ¿Qué puedes hacer HOY para empezar a moverte más? Sólo tú puedes responder estas preguntas, enfócate en el proceso, en el disfrute. Una vez que sientas la diferencia que hace moverte de manera habitual y placentera, esa sensación será tu principal motivador: el puro placer de moverte.

Haz un pacto con tu mente

Después de pasar mucho tiempo sin hacer ejercicio o haber tenido malas experiencias, es normal que nuestra mente ponga resistencia. Tu mente va a tratar de protegerte de algo que no te ha traído bienestar en el pasado. Sin embargo, tu cuerpo necesita moverse, y aunque no estés consciente de ello, es posible que te esté mandando señales (por ejemplo dolores de espalda, dificultad para dormir, dolores articulares, estreñimiento, dolores de cabeza, aburrimiento, falta de energía, etc.).

La verdad yo pensaba que, una vez agarre el hábito de moverme, todo iba a fluir como magia. Pero lo cierto es que TODOS los días me toca negociar con mi mente, que preferiría quedarse un ratito más en cama o ponerse rápido a trabajar porque hay mucho por hacer y poco tiempo. Hasta el día de hoy, a mi mente no se le hace más fácil empezar a hacer ejercicio, porque ¡por supuesto que es incómodo! Sin embargo, con la práctica cotidiana me he dado cuenta de que mi mente confía más en mí, porque le he prometido que no voy a hacer NADA que no nos haga sentir bien. Si se pone muy desagradable el proceso, simplemente dejo de hacerlo.

Lo que normalmente pasa unos minutos después de empezar a hacer ejercicio es que mi mente me dice ¡que rico se siente esto! Algunas herramientas que me ayudan a que el proceso sea más sencillo:

  • Tener lista la clase que voy a hacer una noche antes (como hago yoga en casa, la noche antes me doy un ratito para ver qué video me va a guiar al día siguiente).
  • Hacer ejercicio en pijama, así ni en vestirme pienso.
  • Darme el permiso incondicional de parar si no lo estoy disfrutando, y con incondicional me refiero a «cero culpa», ya que soy campeona para atormentarme a mí misma cuando no cumplo mi «programación». Este punto es clave, hace que mi mente ponga mucho menos resistencia.
  • Prepararme un desayuno deliciosísimo al terminar.
  • Lo más importante, enfocarme en cómo se va sintiendo mi cuerpo mientras hago ejercicio.

En realidad, tengo el hábito de negociar con mi mente diariamente. ¿Qué estrategias te facilitarían dar el primer paso?

Amplía el espectro: piensa en movimiento más que en ejercicio

El cuerpo necesita MOVIMIENTO. Así como l@s niñ@s pequeñ@s, nuestros antepasados tampoco hacían ejercicio, simplemente se movían para cubrir sus necesidades de alimento, seguridad y esparcimiento (caminaban, cazaban, cosechaban, danzaban, etc.). Técnicamente, ni siquiera necesitaríamos tener una práctica de ejercicio formal, si nuestra actividad física en el día fuera amplia, continua y de intensidad moderada.

Por supuesto que hacer ejercicio tiene muchos beneficios, pero, si no tienes la posibilidad de hacerlo, seguro que si puedes procurar moverte más. Arreglar tu jardín es movimiento, limpiar tu casa es movimiento, salir a caminar es movimiento, cargar las bolsas del mercado es movimiento, jugar con tus hij@s es movimiento, hacer estiramientos sentad@ en tu escritorio es movimiento, cambiar de postura frecuentemente es movimiento. No minimices tus esfuerzos, 5 minutos es mejor que nada y te van a beneficiar. Pensar en movimiento en vez de ejercicio amplía muchísimo las posibilidades.

 

¿Cómo puedes incluir más movimiento en tu día a día? A mí me han funcionado estas estrategias:

  • Priorizar caminar: Automóviles, gradas eléctricas, ascensores, hacen que caminemos cada vez menos. Hipócrates decía: «Caminar es la mejor medicina del hombre» y tenía mucha razón, tanto los paseos, como las caminatas más rápidas[5] te aportarán beneficio.

Evitar usar las gradas eléctricas, o el ascensor, caminar mientras hablo por teléfono, conseguir un(a) compañer@ de caminata, no usar el auto en distancias cortas, aprovechar toda oportunidad posible para caminar, son estrategias que tengo en mente para moverme más.

  • Pasar más tiempo en el suelo: ¿Te acuerdas cuando eras niñ@, amabas pasar tiempo en el suelo y podías pasar horas jugando ahí? Por millones de años, el suelo era nuestra superficie de descanso natural, nuestros ancestros pasaban mucho tiempo en sentadilla (que, técnicamente, es una postura de descanso, muy habitual en países como Japón o la India). Inventos elevados como la silla, la cama, las mesas o sillones son relativamente nuevos, y nos alejan del suelo y de sus beneficios. Sentarse en el suelo ayuda a recuperar la movilidad natural de las piernas y la espalda baja.

Una de las principales ventajas que me da sentarme en el piso es que es incómodo, es una postura “activa”. No es que sea masoquista, pero me “invita” a moverme más seguido, que es EXACTAMENTE lo que quiero. Estas son mis posturas favoritas para sentarme en el suelo:

  • Sentadilla profunda: ayuda a activar toda la musculatura que mantiene nuestra postura, mejora la circulación sanguínea y linfática, aumentar la fuerza de las piernas, ayuda mucho a la digestión.

 

  • Flor de loto o media flor de loto, crea una estructura estable, con las caderas y los hombros externamente rotados, descansando en su postura natural.

  • Postura roca (yoga): ayuda también a la digestión.

¿Cómo empezar? No te afanes, ve poco a poco, intenta ver la TV o trabajar con la computadora en una mesa bajita, que te permita estar sentad@ en el suelo, cambiando posturas, realiza algunas actividades cotidianas en sentadilla profunda, por ejemplo, yo cuido mis plantas y me seco el cabello estando en esa postura.

Si no logras las posturas en un inicio, paciencia, es cuestión de práctica. Escucha a tu cuerpo. Si la incomodidad es tolerable, aguanta un poquito, para que el cuerpo se acostumbre. Si duele, el cuerpo te está diciendo que NO. Cambia de postura y vuelve a intentar después.

  • Tratar de variar seguido mis posturas: Al cuerpo le genera estrés pasar mucho tiempo en una misma postura ¡piensa cuánto tiempo pasamos sentad@s! Estas son algunas sugerencias que a mi me han ayudado:
  • Alternar trabajar parada (poniendo mi computadora en un mueble que me permite mantenerme recta), sentada en una silla y sentada en el suelo.

  • Tener un recordatorio en el celular para hacer pausas de movimiento: algún estiramiento, subir y bajar gradas, o hacer unas sentadillas, o una plancha, o unas flexiones o saltar cuerda, o un baile intenso, o jugar un ratito con mis perros. Esto mejora mi nivel de energía y mi concentración. No parece mucho, pero como lo hago varias veces al día, va sumando. Más adelante te comparto un video de pausas de movimiento en la oficina.

Apunta a la diversidad

Seguro has escuchado que, en la alimentación, la diversidad es importante para incrementar la posibilidad de obtener todos los nutrientes que necesitamos. Con el movimiento pasa lo mismo, el cuerpo es un sistema super eficiente, optimiza sus “recursos” ya que son limitados. Si los músculos, articulaciones y tejidos no se usan regularmente pierden movilidad, se debilitan y atrofian. La diversidad de movimiento nos ayuda a mantenerlos sanos y funcionales. Mientras más diversidad (en complejidad e intensidades) ¡mejor! Aquí te dejo algunas opciones que a mí me han ayudado:

  • Prueba alguna práctica ancestral: Prácticas como el yoga, el Tai Chi o el Chi Kung, combinan fuerza, resistencia, flexibilidad, ritmo, coordinación, equilibrio, precisión, fluidez, etc. Trabajan todos los músculos en conjunto, también la movilidad de articulaciones y tejidos. Esta diversidad y complejidad ayudan además a trabajar a nivel mental, de conciencia corporal, de presencia, y respiración. Si está en tus posibilidades puedes darles a estas prácticas una oportunidad. Incluso es posible practicar desde tu casa, más adelante dejaré algunos canales de YouTube y cuentas de Instagram que me gustan.
  • Prueba colgarte: Colgarse tiene muchos beneficios para el cuerpo y está grabado en nuestros genes. Lo vemos en los bebés recién nacidos que pueden aguantar el peso de su cuerpo con su agarre (reflejo de prensión) e incluso en niñ@s más grandes, cuando pasan por debajo de una barra, ¿qué es lo que instintivamente hacen? Correcto ¡se cuelgan!

Colgarnos nos ayuda a descomprimir las vértebras, a mantener una mejor postura, a mejorar la movilidad de los hombros y a mejorar la fuerza de agarre[6]. Puedes aprovechar las barras que hay en parques, y si está en tus posibilidades, instalar una en casa, en el marco de una puerta (hay muchos modelos económicos y seguros). Empieza poco a poco, con ambas manos, y por corto tiempo. Si es doloroso, no lo hagas, evita lesiones.

  • Prueba trabajar tu fuerza: El músculo es un órgano endócrino[7], y cumple muchas funciones en nuestra salud y bienestar, y es especialmente importante en la madurez ya que con los años vamos perdiendo naturalmente la masa muscular. Trabajar la fuerza no implica necesariamente levantar pesos, puede hacerse con el peso del propio cuerpo. Asegúrate de fortalecer los músculos de la espalda, el abdomen y la pelvis que son la base del movimiento de todo el cuerpo. Fortalecer estos músculos nos ayuda a proteger la espalda, generar estabilidad y hacernos menos propensos a lesiones. Más adelante te dejo un video con opciones que puedes probar. Si no te sientes muy cómod@, tal vez sea bueno que busques ayuda de un profesional.
  • Prueba hacer ejercicios de alta intensidad: Son entrenamientos que combinan periodos de entrenamiento intenso corto, combinados con periodos de recuperación. Es interesante incluir estos ejercicios una o dos veces por semana, tomando en cuenta de que el ejercicio aeróbico muy prolongado puede ser contraproducente[8]. Es bueno estimular al cuerpo, exigirle un poco más, pero es importante no llegar a estresarlo demasiado y mucho menos lastimarlo. Más adelante te dejaré algún video como sugerencia por si quieres probar.
  • Prueba opciones diferentes y dales una oportunidad: Tu cuerpo está siempre cambiando (al igual que tú, tus metas, tus circunstancias, tus gustos, etc.). No eres la misma persona que hace unos años atrás, y por eso mismo, lo que te hacía bien hace un tiempo, no necesariamente te va a hacer bien ahora. Con el movimiento, es importante abrirse a probar y experimentar. ¿Qué tipo de movimiento te gustaría probar en este momento de tu vida? ¿Tienes la posibilidad de hacerlo? Y cuando pruebes algo nuevo, date un tiempo para aprender a disfrutarlo, a veces, el disfrute no llega de inmediato. Es como con el café, yo creo que a nadie le gusta la primera vez que lo prueba, es un gusto adquirido.
  • Juega: Si tienes niñ@s pequeñ@s a tu alrededor, disfruta jugando con ell@s, copia sus movimientos y posturas (¡si puedes!). Sirve con mascotas también.

Escoge un espacio cómodo y seguro.

Hay espacios que, lamentablemente, para much@s son intimidantes, normalmente enfocados a abordar el ejercicio como una forma de modificar el cuerpo, desde el castigo, el control o el dolor (“no pain, no gain”). Un ejemplo son los gimnasios, ahí se va a sudar lo que se comió, a pagar por el pecado de ser sedentario o de haber comido algo “indebido”, a llevar al cuerpo al extremo y obviamente, a modificarlo.

Y NO, el ejercicio NO TIENE que ser extenuante o doler para que sea efectivo.

De verdad que el ejercicio se vive diferente cuando es un espacio íntimo entre tú y tu cuerpo, cuando es un momento de atención y consciencia, donde no necesitas demostrar nada (ni a nadie), un momento que no necesitas exhibir.

Si a ti te encantan esos espacios, te motivan y disfrutas estar ahí ¡qué maravilla! Si, como a mí, te resultan incómodos y hasta violentos, no hay por qué los frecuentes, puedes optar por moverte en espacios más gentiles como por ejemplo una clase de yoga, o hacer algo al aire libre, con amig@s, o incluso puedes hacerlo a solas en tu casa.

Redefine tus indicadores de éxito

Recuerda que la forma de tu cuerpo NO es un parámetro que mida ni salud, ni bienestar. Muchos cuerpos considerados en “buen estado físico” (musculosos, atléticos, etc.) viven con un pobre estado de salud mental, incluso física.

Moverte tiene muchos, muchos, MUCHOS beneficios para tu cuerpo, tu mente y tus emociones, es una herramienta de sanación y reconexión contigo mism@, que no tiene nada que ver con el peso o la forma de tu cuerpo. ¿Qué te parece enfocarte en todas las maravillas que el ejercicio puede hacer por ti?

Te invito a abordar el ejercicio desde un lugar más intuitivo. ¿Qué tal si mides tu éxito con parámetros auto referenciados de bienestar? Aquí te dejo sólo unos ejemplos:

Encuentra la dosis que te haga bien

No hay una dosis universal de actividad física o ejercicio que se pueda aplicar a todo el mundo, hay muchas variables que intervienen y esa es la parte complicada: encontrar la dosis que te haga bien a ti y ser flexible en el proceso ya que la dosis ¡tampoco es estática!

Hay días en los que nos hace bien exigirnos más, incomodarnos, ir un poco más allá y eso es genial, nos fortalece a nivel físico y emocional. Y hay otros en los que necesitamos ir más despacio, tenernos más paciencia, o hacer algo mucho más suave y eso ¡también es genial! nos da la oportunidad de conocernos más y acompañarnos con cariño cuando no estamos al 100%.

Lograr equilibrio es posible cuando tenemos una conexión íntima con nuestro cuerpo, cuando lo escuchamos, cuando honramos sus necesidades con el movimiento que nos pide, de manera flexible y sin juicios.

Es importante conocer los límites de nuestro cuerpo, la idea es ganar bienestar. Si te lastima física o emocionalmente (te hace sentir culpa o te hace sentir insuficiente porque “no estás dando el 110%”) DETENTE, eso NO es autocuidado.

Descansa

En yoga, una de las posturas más relevantes y perfecta para cerrar la sesión es “savasana” (postura del muerto). Su propósito es integrar todos los beneficios de las posturas activas, en una postura pasiva, de relajación profunda y consciente. En esta postura se va tranquilizando la respiración, el ritmo, centrando la mente en el presente, haciendo un recorrido mental por todo el cuerpo, con la idea observar cada una de sus partes cuerpo para relajarla.

De igual manera, los beneficios del movimiento se integran en el descaso, son “opuestos complementarios”, dos caras de una moneda. El tema del descanso lo hemos abordado a profundidad en estos enlaces: La vida es una conversación entre relojes. El sueño y la sinfonía de tus ciclos circadianos, y Lo que como influye en cómo duermo? Una mirada a la relación entre alimentación y buen descanso

Algunas cuentas y enlaces de inspiración.

Quisiera de todo corazón compartirte cuentas/videos/enlaces que te sirvan de inspiración y que estén más alineadas con mover el cuerpo por placer y menos con el discurso de “cambiar el cuerpo”, pero no siempre es posible. Sin embargo, creo que, si tenemos claro nuestro propósito en mente, podemos enfocarnos en lo que estos videos nos aportan y dejar pasar lo que no. Así que, aquí va:

Canales de Yoga

Paloma y Caramelos

https://www.youtube.com/channel/UCD1nGIyqmf3zoYtq6zCgdVg

Fer Arnaud Yoga

https://www.youtube.com/channel/UCcFwJ8NJ8OlqM4RulF3EKoA

Xuan Lan Yoga

https://www.youtube.com/channel/UCKQgiVPqEPU0tImAjFG5lNA

MalovaElena

https://www.youtube.com/user/MalovaElena

Yoga With Adriene:
https://www.youtube.com/channel/UCFKE7WVJfvaHW5q283SxchA

Ejercicios de fuerza

https://www.youtube.com/watch?v=nhx2fWGFUiQ

https://www.youtube.com/watch?v=9XRlM8CSmfg

 Entrenamientos HIIT (High Intensity Interval Trainging)

https://www.youtube.com/playlist?list=PLNH7cFJ42PKjqv_Tse3WkxjiveGdUqRBc

Pausas de movimiento en oficina:

https://www.youtube.com/watch?v=JTfJNGbh9jE

Cuentas en Instagram

https://www.instagram.com/palomaycaramelos/

https://www.instagram.com/beatrizstrong_squad/

https://www.instagram.com/finding_torikins/

https://www.instagram.com/carla.dinnocenzo/

https://www.instagram.com/manuelaserrano_vidasana/

Entiendo perfectamente que tengo el privilegio de poder hacer ejercicio libremente porque trabajo desde mi casa, lo que comparto aquí va desde mi experiencia, porque siento que much@s se beneficiarían de hacer del movimiento una práctica más consciente y gozosa y eso, si está en manos de cad@ un@. Prestar atención al cuerpo y honrar su necesidad de movimiento.

Si hoy puedes moverte, agradécele a tu cuerpo, hónralo, honra su naturaleza. ¡Moverte es algo que tú y tu cuerpo se merecen!

Escrito por Alejandra Navarro de Active Balance Life

[1] Víctor Pérez Samaniego. Salutismo y actividad física. 0194.PDF (cienciadeporte.com)

[2] 11 Facts About Body Image | DoSomething.org

[3] Víctor Pérez Samaniego. Salutismo y actividad física.  0194.PDF (cienciadeporte.com)

[4] También me ha pasado con la alimentación y el sueño, de esto último hablé más a profundidad en este episodio del podcast https://www.youtube.com/watch?v=-ZkNUdvTkhY&list=PL00AfpIq94NF1u6M3vafDsjSHpbnE8b-8&index=6

[5] http://perspectivesinmedicine.cshlp.org/content/7/11/a029793.full

[6] https://articulos.mercola.com/peak-fitness.aspx

[7] https://www.abc.es/salud/noticias/20150514/abci-manos-ictus-infarto-lancet-201505141110.html

[8] https://www.sciencedaily.com/releases/2011/01/110104161621.htm